Te conseguí la luz del sol a medianoche, y el numero después del infinito e instale la osa mayor en tu diadema, y tu seguías ahí como si nada. Endulcé el agua de mar para tu sed, te alquile el cuarto menguante de la luna y como buen perdedor busqué en la cama las cosas que el amor no resolvía. Y como duele que estés tan lejos, durmiendo aquí en la misma cama. Como duele tanta distancia, aunque te escucho respirar, estas a cientos de kilómetros. Y duele quererte tanto, fingir que todo esta perfecto, mientras duele gastar la vida tratando de localizar lo que hace tiempo se perdió. Acabe con los jardines por tus flores, invente la alquimia contra la utopía y he llegado a confundir con la ternura, la lástima conque a veces me miras. Qué triste es asumir el sufrimiento, patético es creer que una mentira convoque a los duendes del milagro que te hagan despertar enamorada.
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