Chocolate con almendras, tostaditas con camembert. Si hubiera coca, tomaría.
Me tiro en la cama con mi libro incestuoso, en el invierno hay pocas cosas como dormir al sol. Cuando se ha dormido al sol a través del vidrio en una tarde fría como ésta, efecto invernadero, no hay palabras mas bonitas que esas tres, tan reconfortables, tan llenas de enormísimo, tibio bienestar.
No me siento mal, pero me quedo acostada y con el remedio a la vista.
Quieta, apenas un susurro de migraña. Dormito.
Después de la clase de pintura quizás unas películas, pura gula porque en realidad no necesito nada. Cuando el sol se esté escondiendo voy a mirar a la terraza de acá enfrente, cómo le pega el sol a la ropa tendida, y va a ser algo muy parecido a la felicidad.
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